Sólo cuando hemos logrado vivir en paz y armonía
interior con nosotros mismos, estamos en disposición de derramarnos sobre los
demás, de salir de nuestro caparazón mezquino y miope y elevar nuestra mirada
por las altas y lejanas cumbres de la generosidad y del bien común, como
actitud, como programa de nuestra vida cotidiana.
¿De qué manera? Haciendo realidad los siguientes principios:
a) Como dice Buscaglia, hay que sentir la propia
identidad sabiendo que no es perfecta, pero que está en proceso de creación y
de crecimiento. «Siempre pasan meses entre la siembra y la siega».
b) Gozar de la vida en sus múltiples facetas y
comprender que la dicha, la felicidad, es una cuestión de interpretación
personal, digo más, de elección. Cada pensamiento, cada acción es sobre todo un
acto de elección, de interpretación de la realidad presente, sea cual fuere, de
forma positiva o negativa. Seamos positivos, sembrando comprensión y esperanza.
c) Lo verdaderamente importante no es el propio
interés, sino la cooperación desinteresada y el interés mutuo. «Al
perder el interés apasionado por nuestros semejantes, hemos perdido la capacidad de ser
felices», subraya A. Montagú.
d) Las acciones de interés social que redundan en
provecho de pueblos y comunidades enteras y son de carácter universal producen
una felicidad de mayor calidad y la correspondiente valoración positiva de sí
mismo.
e) Hemos de convertir nuestra vida en un largo
sendero sembrado de amor: a un
lado, la aceptación y el amor a nosotros mismos; al otro lado, el amor y
la aceptación de los demás.
f) Atinadamente afirma Amando de Miguel que “el
truco para alcanzar la felicidad está en fijarse aspiraciones modestas”,
refiriéndose a las cosas pequeñas, de cada día, aquellas que para la mayoría de
los mortales carecen de importancia. Pero son precisamente estas “aspiraciones
modestas”, sentidas y vividas en paz y armonía con nosotros mismos y con
nuestros semejantes, las que forman el entramado de base de todo espíritu noble
y generoso… ¡con amplitud de miras!
Dice Phil Bosmans en su Canto a las cosas sencillas
de cada día.
“Redescubre las cosas normales,
el encanto sencillo de la amistad,
las flores para un enfermo,
una puerta abierta,
una mesa acogedora,
un apretón de manos,
una sonrisa
el silencio de una iglesia,
el dibujo de un niño,
una flor que se abre,
un pájaro que canta,
una hilera de álamos,
un riachuelo, una montaña…
La vida se vuelve una fiesta
cuando sabes disfrutar
de las cosas normales de cada día”.
el encanto sencillo de la amistad,
las flores para un enfermo,
una puerta abierta,
una mesa acogedora,
un apretón de manos,
una sonrisa
el silencio de una iglesia,
el dibujo de un niño,
una flor que se abre,
un pájaro que canta,
una hilera de álamos,
un riachuelo, una montaña…
La vida se vuelve una fiesta
cuando sabes disfrutar
de las cosas normales de cada día”.
Esa amplitud buscamos y es a esa amplitud que
aspiramos
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