jueves, 2 de abril de 2020

No Perder Nuestra Altura


Nuestros deseos vienen a constituir la ansiedad de la realidad, y el solo hecho de alimentarlos ya puede conceptualizarse como una realización inicial.

Para llegar a la meta de las más altas miras, es necesario ser un entusiasta sincero y constante y actuar bajo el influjo de la inspiración.

“Ningún hombre ha llegado a ser grande si no ha sido movido por cierta divina inspiración”, decía Cicerón.

En la altura de miras es donde se mide la grandeza del espíritu. Las grandes empresas, una vez encarriladas, suelen causar menos fatigas que las pequeñas actividades.

Nuestra obra debe proyectarse no sólo para cubrir las necesidades del presente, sino para que en la posteridad nuestro paso por el mundo haya dejado huella.
El que poco ambiciona, poco puede recibir. La altura de miras no sólo abarca lo mucho, sino lo elevado, lo digno y glorioso.

Nuestros deseos vienen a constituir la ansiedad de la realidad, y el solo hecho de alimentarlos ya puede conceptualizarse como una realización inicial.

Para llegar a la meta de las más altas miras, es necesario ser un entusiasta sincero y constante y actuar bajo el influjo de la inspiración.

“Ningún hombre ha llegado a ser grande si no ha sido movido por cierta divina inspiración”, decía Cicerón.

En la altura de miras es donde se mide la grandeza del espíritu. Las grandes empresas, una vez encarriladas, suelen causar menos fatigas que las pequeñas actividades.

Nuestra obra debe proyectarse no sólo para cubrir las necesidades del presente, sino para que en la posteridad nuestro paso por el mundo haya dejado huella.
El que poco ambiciona, poco puede recibir. La altura de miras no sólo abarca lo mucho, sino lo elevado, lo digno y glorioso.

Nuestros deseos vienen a constituir la ansiedad de la realidad, y el solo hecho de alimentarlos ya puede conceptualizarse como una realización inicial.

Para llegar a la meta de las más altas miras, es necesario ser un entusiasta sincero y constante y actuar bajo el influjo de la inspiración.

“Ningún hombre ha llegado a ser grande si no ha sido movido por cierta divina inspiración”, decía Cicerón.

En la altura de miras es donde se mide la grandeza del espíritu. Las grandes empresas, una vez encarriladas, suelen causar menos fatigas que las pequeñas actividades.

Nuestra obra debe proyectarse no sólo para cubrir las necesidades del presente, sino para que en la posteridad nuestro paso por el mundo haya dejado huella.


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