El cerebro humano es una máquina tan perfecta, tan asombrosa
que no hay manera de que entendamos su infinita profundidad y la manera en que
funciona. Tan misterioso como el universo mismo.
Descubriremos cómo el cerebro es todo lo contrario a la
mente. La mente como la humanidad la entendido en su limitada percepción.
El cerebro no puede distinguir la diferencia entre realidad
e imaginación.
Cuando estamos en un sueño profundo y de repente nos damos
cuenta que nos está persiguiendo un perro, el cuerpo reacciona a ese estímulo y
pareciera que en realidad nos está sucediendo. El cuerpo empieza agitarse y a
sudar en base a lo que está viviendo en la mente.
Se han hecho experimentos a deportistas de alto nivel y los
conectan a unas máquinas donde se mide la actividad cerebral y les piden a
estos deportistas que se imaginen a ellos mismo ya en la carrera o en la
actividad deportiva que estos hacen.
Es increíble los resultados, porque la mente no sabe
diferenciar de la realidad a la imaginación. Si te das cuenta de este ejemplo
puedes darte cuenta que entonces lo que pensamos conscientemente o
inconscientemente impacta a nuestro cuerpo y a nuestro sistema nervioso. De
misma forma eso nos está sucediendo constantemente en la vida cotidiana.
La mente común está inmersa en miles de pensamientos al día.
Normalmente estos pensamientos están sucediendo en la parte inconsciente de
nosotros mismos. En un diálogo interno tan profundo que no alcanzamos a darnos
cuenta el impacto que este tiene sobre nosotros mismos.
Los patrones de pensamiento están constantemente
dialogando, etiquetando y fantaseando acerca del pasado y del futuro
.
Viviendo en lo que fue y lo que pudiera ser. Lo fascinante
de esto es que la mayoría de los pensamientos no son positivos, normalmente
están llenos de culpas, miedos, violencia, etc.
Entonces lo que pensamos lo experimentamos en diferente
niveles y estos nublan la vida y estos llegan a cristalizarse tanto en nuestra
mente, que creemos fielmente que esa es la realidad.
Si te das cuenta las ondas cerebrales están dispersas, con
muchos altos y bajos. Esto es el reflejo de cómo estamos en un diálogo interno
la mayoría de la parte del tiempo.
Por lo mismo, como NO tenemos una mente
madura y no hay consciencia de lo que es la mente y dónde está el lugar donde
la mente descansa y entra en armonía con sigo misma. Andamos por la vida con mentes inconcientes y éstas están activas
y en automático, constantemente etiquetando la vida, conceptualizando,
analizando y con muy poco espacio para el asombro y para la maravilla.
Entonces lo que pensamos se vuelve nuestra realidad, si
pienso en miedo, nuestro cuerpo reaccionará a lo que estamos alimentando, el
miedo. Lo mismo pasa si pensamos en cosas buenas, nuestro cuerpo de igual
manera reacciona a estos pensamientos. Lo que sucede es que pareciera que
estamos en una montaña rusa de emociones, pareciera que estamos destinados a
subir y a bajar, y hay veces que la subida es tan alta que la caída también
tendrá ese peso.
Normalmente las caídas duelen más que las subidas.
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