viernes, 8 de junio de 2018

Lamernos Las Heridas


En muchos momentos importantes de mi vida no me di tiempo de detenerme para sanar mi dolor; pensé que pasaría, que no era necesario, que yo era fuerte y debía seguir adelante en pos de objetivos “más importantes” ¿Más importantes que yo?

La familia, el trabajo, el bienestar común me arrastraban en una vorágine que no me dejaba estar conmigo mismo.

Últimamente la vida me ha puesto a prueba y me ha hecho detenerme, hacer una pausa y darme la oportunidad de encontrarme con mi dolor físico y emocional para lo cual  siento que muchas veces no estamos preparados, no estamos entrenados para encontrarnos con nosotros mismos, es por ello que es más fácil culpar al entorno, a las obligaciones, a la familia o a la vida del descuido en el que vivimos respecto a nosotros mismos.

Si un animal tiene una herida no sigue adelante, sabe replegarse, buscar el lugar más seguro y darse tiempo de lamer sus heridas y sanarlas; es así  como después podrá continuar su camino.

En este proceso de sanar cuerpo y mente se establece un encuentro personal, un espejeo de nuestro ser con lo mejor y lo peor de nosotros mismos. con nuestra esencia , y entonces el dolor físico se transforma en dolor emocional y viceversa.

Esto es algo para lo que nuestra sociedad no nos prepara.
Seguramente el hombre primitivo también, siguiendo a los animales, se retiraba a lamer y sanar sus heridas. Proceso en el que se confía en la habilidad de nuestro Ser para curarse, para sanar.

No es fácil ver la herida y aceptarla y sobre todo confiar en nuestro poder de recuperación, de renacer, de reconstruir y sin embargo es lo único que nos hará lograrlo.

Te invito a darte un tiempo para lamer tus heridas, para reconocerlas y aceptarlas, ya sean físicas o emocionales.

Es en el silencio, en la oscuridad y en la paz de tu Ser más íntimo donde puedes encontrar la curación.


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