Una organización no puede progresar si sus empleados no
tienen los conocimientos necesarios para hacerla funcionar. Un pueblo no puede
progresar si sus gobernantes cambian todo para que no cambie nada. Un Gobierno
no puede gobernar, si quienes toman decisiones no alcanzan a comprender las
consecuencias de sus actos. Los pensamientos libres son la base del progreso,
la fuente de la riqueza y el agente que transforma la sociedad.
Cuando no hay libertad, no se indaga, no se aprende y no crece
el conocimiento. Sin conocimiento se impone el autoritarismo del jefe. Sin
conocimiento, los abusos se cubren con el manto de olvido. Sin conocimiento,
los delitos más ruines quedan en la impunidad. Sin conocimiento, reina la
incapacidad, impera la mediocridad y los más atrevidos dominan a los demás.
Para investigar, para cuestionar, para disentir, para competir, para crecer
como ser humano, es necesario ser libre.
Para ser libre se necesita satisfacer las necesidades de
alimento, albergue, vestimenta y pertenencia. Si una persona se alimenta sólo
para continuar trabajando, duerme hacinado, viste andrajos y convive con
quienes lo desprecian, es un esclavo. En esas condiciones no existe libertad de
pensamiento, pues dominan la ignorancia y el miedo a perder la vida.
La ignorancia es la madre de la demagogia y la corrupción.
La demagogia detiene el desarrollo de los pueblos, porque las mentiras de los
demagogos embaucan a los desinformados que los ayudan para que alcancen y
disfruten del poder, mientras el pueblo ingenuo continúa sumido en la pobreza y
la ignorancia.
La corrupción condena al pueblo a permanecer en la pobreza,
porque cada vez que un gobernante se embolsilla recursos del Estado, un niño no
recibe una vacuna, una madre muere por falta de atención, una provincia se
queda sin agua potable o colapsa un puente mal construido, para ser
reconstruido y engordar a una nueva burocracia.
La ignorancia es cuna del miedo y la inseguridad que se
rinde ante el egoísmo, la irresponsabilidad y la soberbia de los ambiciosos. La
ignorancia engorda por igual a las izquierdas y a las derechas, a dictadores y
a falsos demócratas. La ignorancia es el manto de tinieblas que no deja
penetrar la luz de la libertad.
Sin libertad para pensar, no hay conocimiento. Sin conocimiento
se impone la esclavitud. El despotismo y la tiranía aborrecen la libertad de
pensamiento porque temen al poder de toda mujer y todo hombre que saben que con
conocimiento y esfuerzo pueden lograr el pleno ejercicio de sus derechos a la
vida, la salud, la educación, al trabajo y a la propiedad.
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