miércoles, 6 de junio de 2018

La Fuerza Interior


¿Sería posible transformar un mal momento, un periodo de desesperanza, en energía para avanzar? ¿La derrota sería solamente una ilusión, un rito de pasaje para una victoria personal más grande y más duradera? ¿Cómo realizar la metamorfosis kafkiana al revés, haciendo surgir un nuevo hombre a partir de un ser amorfo y repugnante? ¿Lo lograría yo?

Son únicamente preguntas, pero desde Sócrates sabemos que las preguntas son más importantes que las respuestas, porque generan la búsqueda, el movimiento, la acción. La respuesta interrumpe, paraliza. Y probablemente fueron las anteriores preguntas las que me llevaron a una búsqueda por mí mismo, mejor dicho, a querer encontrar aquel hombre que crece en la adversidad, que se agranda ante la crisis porque se utiliza de su fuerza interior para confrontar la influencia exterior. Fue lo que sucedió.

Encontré la fuerza necesaria y suficiente para ganar un partido que parecía perdido, pero eso no es privilegio mío. Todos somos usinas de energía vital, esa fuerza que se convierte en trabajo, que se transforma en acción, que provoca el cambio. 

El mérito está en movilizar esta energía, pues tenemos represas emocionales que impiden que la utilicemos. Ante la dificultad, podemos paralizarnos, quedarnos perplejos o pasmados con la injusticia de la vida no ser exactamente como queríamos. Y corremos el riesgo de acomodarnos en la esperanza que la solución venga de fuera, en manos de un superhéroe o de un ángel salvador.

No se trata de eso. La solución tiene que surgir desde adentro. Nietzsche decía que el hombre superior es aquel que consigue vencer sus enemigos interiores, sugiriendo que sólo podemos ser derrotados por nosotros mismos. 

Queda claro que todo lo que nos ocurre tiene un componente externo, pero uno interno también: el propio yo, que es más fuerte de lo que imaginamos, y que muchas veces no lo creemos. 

Asumir la responsabilidad es el mejor indicativo de madurez y el primer paso para la liberación de la fuerza interior.


El despertar de la fuerza interior puede ocurrir por exigencia del destino o por voluntad propia.

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