jueves, 1 de noviembre de 2018

En Sintonía Con Lo Que Queremos


Como seres humanos, tenemos con nosotros todo una gama de potencialidades y talentos que nos hacen grandes para conquistar nuestros sueños y metas. Lograr traspasar de un estado de insatisfacción o no deseado porque nos causa malestar, frustración a uno, que nos proporciona satisfacción y nos hace sentir plenos.

Todo lo que somos como personas es el resultado de lo que pensamos, sentimos, comunicamos y hacemos. De allí, que los objetivos, sueños y metas que deseamos alcanzar, deben estar precedidos de un cambio en nuestros esquemas o mapas mentales, de esas creencias que nos limitan o frenan, para dar paso a caminos, vías y rutas que nos lleven a donde queremos llegar.

La única manera de llegar a donde queremos llegar, es teniendo muy claro lo que queremos lograr, tener claridad y certeza de nuestros propósitos y acordes con nuestras expectativas.

Hay diversas maneras o vías que nos facilitan llegar a ese destino deseado. Sin embargo, el principal, es tener los objetivos deseados enfocados permanentemente, de manera que evitemos desviarnos de él, aún y cuando se presenten obstáculos o estemos rodeados de incertidumbre.

Si tenemos formas de pensar y de actuar más efectivas desde las que hasta ahora hemos tenido, saldremos adelante y podremos alcanzar niveles de crecimiento, expansión y desarrollo, con una visión ampliada para crear a voluntad los resultados que queremos alcanzar.

Cada uno de nosotros es merecedor de grandes cosas y grandes realizaciones, si somos capaces de emprender nuestro proyecto de vida, es decir, el por qué hacemos lo que hacemos y las razones para emprender la lucha diaria y movilizar todos nuestros recursos vitales para lograr ese bienestar y satisfacción personal.

Lo que queremos y deseamos debe cumplir con unas condiciones: estar muy claro y comprensible para nosotros mismos; debe ser muy específico en cuanto a lo que queremos lograr, de forma que no haya confusión con otros objetivos. Tiene que haber coherencia, es decir, estar en sintonía con una misión y visión personal. Además hay que precisar tiempo de alcance y consecución para que nos motive a su realización;  los objetivos deben ser posibles de alcanzar para que sean percibidos como estimulantes. 

También deben ser medibles, de forma tal que se sepa cuáles se han logrado o saber cuánto falta para hacerlo. Es beneficioso, establecer una jerarquía de ellos para determinar la importancia o urgencia que tienen de ser conseguidos y por último, debemos darles flexibilidad, de manera  de poderlos redefinir o adaptarlos a las circunstancias o condiciones inesperadas que puedan presentarse o por si hay que tomar nuevas decisiones.

Los éxitos y realizaciones no suceden por casualidad, ellos son resultados de una interacción sistemática de causas y condiciones, es decir, cuando distintos factores y agentes se concretan y combinan para permitir que lo que queremos, ocurra, “para que demos a luz” a nuevas ideas, propósitos y sueños.


En este sentido, es necesario tener claridad de las interrelaciones y conexiones existentes para hacer posibles dichos objetivos, es decir, los resultados y efectos que pueden generar en el entorno en el que nos desempeñamos y en nosotros mismos. Es conectarnos con las razones de por qué hacemos lo que hacemos, con lo trascendente de nuestra existencia. Es descubrir la misión y vocación específica y concreta que exige su cumplimiento.

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