El cansancio mental o fatiga mental es un concepto que
puede confundirse con la fatiga física, aunque son diferentes. El cansancio
mental está relacionado con los síntomas prolongados de estrés (sea
o no laboral), ansiedad, depresión o el exceso de tareas y la falta de
recursos.
Este tipo de fatiga es diferente a la somnolencia (necesidad
de dormir), aunque la persona siente una pérdida de energía, desmotivación
y apatía. Aparece, por ejemplo, cuando una persona sufre burnout y llega el
momento en que se siente que no puede más, que sus recursos no son suficientes
para hacer frente a la situación y llega a su tope mental.
La fatiga mental suele asociarse al trabajo, puesto que
muchos fenómenos relacionado con este campo pueden provocarlo. Las causas más
habituales de cansancio mental son:
Exceso de carga mental: las tareas excesivas requieren que
el nivel de atención y concentración sea demasiado alto pueden causar la
aparición de este fenómeno. El problema principal se encuentra en la duración
de esta situación, que acaba por agotar los recursos de la persona.
Factores de la organización: el clima y la cultura
empresarial, los compañeros de trabajo o los estilos de liderazgo de los
superiores también pueden provocar cansancio mental.
Los recursos de cada persona: algunos individuos toleran
mejor las situaciones estresantes que otras.
Estrés y ansiedad: el cansancio mental también puede
aparecer en situaciones de estrés (por ejemplo, estrés post traumático o estrés
laboral) o ansiedad prolongada.
Trabajos muy mentales: aquellos trabajos con poca
implicación física son más propensos a provocar fatiga mental.
Depresión: los síntomas de este trastorno incluyen esta
forma de fatiga.
El cansancio mental, esa sensación de que se ha llegado al
límite y en la que se siente mental y emocionalmente agotado, puede evitarse y
superarse.
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