miércoles, 1 de mayo de 2019

La Curiosidad

“La curiosidad es la forma que tiene el cerebro de marcar la información que merece la pena recordar”, destaca el investigador. Las imágenes cerebrales revelaron también que cuando los participantes fallaban una respuesta, se incrementaba la actividad en las áreas cerebrales de la memoria, puesto que estaban preparándose para conocer la respuesta correcta y retenerla, lo que parece indicar que la curiosidad mejora la memoria cuando la información nos sorprende.

“La curiosidad es la forma que tiene el cerebro de marcar la información que merece la pena recordar”, dice Camerer

Además, aprender motivados por el deseo de conocer nuevos conocimientos provoca que la memoria funcione con más precisión, incluso a medio plazo. Eso fue lo que ocurrió en ese mismo estudio, en el que los participantes con más curiosidad recordaban conceptos con mayor detalle que el resto hasta dos semanas después de haberlos asimilado.

La mirada nos delata
Tratar de responder a cuestiones que nos rodean no es algo exclusivamente humano. Numerosas especies animales muestran rasgos curiosos, y no solo nuestros primos los simios. “Animales tan simples como el Caenorhabditis elegans, un gusano cuyo sistema nervioso contiene solo 302 neuronas, muestran un rudimentario tipo de curiosidad al buscar comida”, señala Kidd. 

No hay más que pensar en cualquier perro moviendo su cola impacientemente cuando le queremos dar algo que tenemos escondido en una bolsa. Tanto humanos como animales nos ponemos en alerta ante la novedad o lo inesperado.

“Una persona buscando la respuesta a una pregunta interesante y un perro tratando de averiguar el origen de un aroma desconocido son dos ejemplos del deseo de aprender sobre el mundo que les rodea”, comenta a Sinc Ethan Bromberg-Martin, neurocientífico del Instituto Kavli de Neurociencias de la Universidad Columbia (EEUU).

Como los perros cuando mueven su cola, nosotros también mostramos de forma involuntaria nuestra curiosidad. Los movimientos oculares nos delatan. Las personas curiosas que observan un lugar se fijan más en los detalles y en los rincones que otras que no lo son, moviendo más sus ojos.

Pero además, una reciente investigación muestra que el deseo intrínseco de aprender se hace patente cuando nos hacen preguntas. A través de una pantalla de ordenador y una herramienta que medía los movimientos oculares, los voluntarios del estudio leían cuestiones y tenían que esperar unos segundos hasta que la respuesta aparecía. 

Los neurocientíficos han diseñado un algoritmo que predice lo curiosa que es una persona por sus movimientos oculares

“Los participantes más curiosos miraban antes que el resto hacia el lugar en el que esperaban hallar la respuesta, demostrando una mayor anticipación”, apunta a Sinc Jacqueline Gottlieb, investigadora también del Instituto Kavli y una de las autoras del estudio. Con estos resultados, los neurocientíficos han diseñado un algoritmo capaz de predecir lo curiosa que es una persona analizando sus movimientos oculares.

En opinión de Gottlieb, el deseo por conocer información también activaría las áreas cerebrales relacionadas con los sistemas de atención, dado que influye en los movimientos de los ojos, aunque matiza que, de momento, no se ha estudiado.


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