La utilización terapéutica de las salas de estimulación multisensoriales abarca
diferentes dimensiones de intervención, que se adaptan específicamente a
las necesidades de cada usuario y en las cuales se utilizan distintas metodologías.
En
ocasiones, y sobre todo al tratar de usuarios con trastornos del
neurodesarrollo, el término integración sensorial puede confundirse. Por
un lado, se trata de un proceso neurobiológico de orden superior que
permite interpretar y organizar las sensaciones que percibimos, de
nuestro propio cuerpo y del entorno, con el fin de responder de forma
eficaz en relación a los datos sensoriales recibidos.
Por otro lado, la Integración Sensorial es un marco de referencia específico en
Terapia Ocupacional. Su autora, Jean Ayres analizó las
bases neurofisiológicas del proceso sensorial y su relación con algunas
disfunciones en la actividad humana, sobre todo desde el ámbito infantil,
considerando la integración sensorial como el punto de partida para el posterior desarrollo a nivel emocional, cognitivo,
motor y comunicativo. Este proceso combina los datos
sensoriales recibidos en una sola función cerebral que posibilita la
formación de percepciones, comportamientos y aprendizajes.
Se centra en
tres sentidos básicos: el táctil, el propioceptivo y el vestibular,
muy conectados entre ellos y claves en la interpretación y respuesta de los
estímulos del medio.
El cerebro es un órgano que trabaja como un todo, por lo que
el aprendizaje será mayor cuanto más se relacionen y confluyan los
sistemas sensoriales entre sí. Al trabajar con población infantil, Ayres
comprobó mediante actividades lúdicas, la influencia de la
integración sensorial en la participación del niño en sus actividades diarias.
En las sesiones, el objetivo es controlar el input sensorial en los espacios de vestibulación y
de estimulación propioceptiva a través del juego, de manera que se
adquieran espontáneamente respuestas adaptativas que
integren esas sensaciones.
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