El nombre de Thomas Alva Edison ¿te suena
conocido? Gracias a él, podemos aprovechar las horas nocturnas sin tener que
irnos a dormir por ausencia de luz. El científico norteamericano diseñó la bombilla
eléctrica tal como la conocemos hoy.
Es imposible negar
que se trató de una mente brillante; sin embargo hubo algo más que eso en el
logro: mucha paciencia. La historia del desarrollo de la lamparilla es famosa porque Alva Edison contó a quien
quisiera escucharlo que intentó nada menos que mil veces antes de tener éxito.
Más de 300 teorías para un solo producto.
En sentido
estricto, no fue Edison el
primero en inventar una lámpara incandescente. Con anterioridad, muchos
científicos habían intentado volver más débil o pequeña la luz emitida por las
lámparas -que por entonces existían bajo la forma de inmensos arcos- para
adaptarla al uso de ambientes pequeños, como por ejemplo los de un hogar.
Entre 1878 y 1880, Edison trabajó en al menos
300 teorías con miras a desarrollar una lámpara incandescente eficiente.
¿Cómo funcionaría?
Tal como lo ha hecho hasta hoy, aquella hace luz utilizando electricidad para
calentar una delgada tira de material, llamado "filamento". La
bombilla de Edison consistía
en un bulbo de vidrio vacío por dentro, que debía tener la resistencia
suficiente como para tolerar el voltaje eléctrico.
Para enero de 1879, el
inventor había obtenido la primera lámpara incandescente de alta resistencia.
El filamento, de platino, ardió y la bombilla emitió luz durante unas cuantas
horas.
Pero Edison pretendía que estuviera encendida todo el tiempo
que se necesitara. Fue entonces cuando comenzaron las numerosas pruebas.
"No fueron mil intentos fallidos, fue un invento de mil pasos"
Estas fueron las
palabras de Edison cuando
dio a conocer al mundo el proceso por el cual había conseguido crear la
bombilla incandescente de alta resistencia.
El científico probó
cientos y cientos de otros materiales para hacer el filamento, incluidas las
fibras de unas 6000 plantas distintas. Una y otra vez, aquel se quemaba tras
arder un par de horas.
Llegó hasta
utilizar tungsteno, sorprendentemente, el material que se utiliza hoy en las
bombillas, pero no pudo trabajarlo adecuadamente porque carecía de las
herramientas apropiadas.
No obstante, la paciencia tuvo su premio: para 1880,
el científico había obtenido una lamparilla de 16 watts que duraba encendida
hasta 1500 horas.
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