miércoles, 8 de agosto de 2018

Motivaciones


La motivación es otro de los tópicos recurrentes que la psicología ha aportado al lenguaje popular. Tengo o no motivación se suele asociar con el empeño que le ponemos a una labor determinada. Se supone que si tenemos “más motivación” nos dedicaremos con más esfuerzo o entusiasmo a ella.

Pero esto no es del todo cierto.
La motivación está compuesta por infinidad de matices que pueden propiciar que alguien se dedique con más o menos dedicación a lo que hace. Hoy les propongo un primer acercamiento a estos matices que nos pueda ayudar a entender que nos motiva y porque.

A grandes rasgos podemos hablar de dos tipos de motivación, la que viene de fuera (extrínseca) o la que viene de nuestro interior (intrínseca). Ambas son necesarias y, en cierto punto, se complementan, pero la clave viene precisamente de esto, como se relacionan ambos tipos de motivación.

Les cuento una historia. Ana tiene éxito. Compite los fines de semana en pruebas de triatlón,  en su categoría de veteranas siempre está en los primeros puestos. Todos la saludan por su nombre y le alaban sus logros deportivos. Es feliz.

El lunes Ana llega a su oficina. Se sienta tras su mesa a completar su tarea diaria. Apenas habla con nadie. Apenas cuestiona su trabajo. Piensa que podría hacer otras cosas pero no lo comenta. No la escucharían.

La misma persona con dos tipos de motivaciones. Los fines de semana hace algo que le gusta, le llena. El sentido de la motivación viene desde dentro, aunque también el reconocimiento que obtiene juega un papel muy importante en lo que hace. Al llegar el lunes la motivación es exclusivamente externa, su salario a fin de mes.

Es verdad que en los tiempos que corren (¡ya está! he utilizado la frase de moda), no parece que estemos para experimentar mucho con nuestro trabajo asalariado o no. Tenemos suerte si lo tenemos.
Pero lo paradójico es que esto mismo es lo que nos lleva a no levantar cabeza, tanto a nivel individual como colectivo. Si no innovamos, si no nos adaptamos o, en definitiva, si no cambiamos nuestra fuente de motivación es muy probable que no consigamos superar la coyuntura actual.


Y esto no tiene que ver solo con Ana, tiene que ver con sus jefes, sus clientes o sus compañeros. 

Es un cambio de actitud imprescindible y radical que nos puede llevar a un modelo de sociedad distinto.

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