Desde pequeños recurrimos a las ilusiones para construir
nuestro proyecto de vida, para diseñar nuestros sueños y
fijar nuestras metas. Vivimos con ella porque es la fuerza que nos empuja a
alcanzar nuestros objetivos. La ilusión es nuestra compañera de viaje. Con ella
pensamos dónde nos gustaría ir, qué nos gustaría ser o a quien nos gustaría
tener a nuestro lado. La ilusión nos ayuda a hacer realidad nuestros
sueños.
“Hay algo que da esplendor a cuanto existe, y es la
ilusión de encontrar algo a la vuelta de la esquina.”
-Gilbert Keith Chesterton-
La ilusión sirve para no rendirnos, para llenarnos de
aliento y empujarnos a conseguir nuestros objetivos a largo plazo. Sin embargo, con el paso de los años parece como si el
depósito de nuestras ilusiones se fuera agotando.
Esta sensación está asociada a la experiencia. Las
cosas no nos hacen la misma ilusión cuando las hacemos por primera vez, que
cuando la repetimos muchas veces. Por eso no solo hay que tener ilusiones, sino que hay
que renovarlas para que no se agoten.
El problema de las ilusiones llega cuando no sabemos
conformarnos, es decir, cuando construimos nuestro objetivo sobre
expectativas de las que dependen directamente nuestra felicidad o
nuestra autoestima y que, si no las conseguimos, nos hacen sentir mal. Por eso
debemos motivarnos, ilusionarnos sin despegar mucho los pies del suelo.
La ilusión conecta con los sentimientos más positivos del
ser humano y es contagiosa. Recurrimos a ella para sentirnos mejor, para
alcanzar algo que nos hace feliz
.
Eduardo Punset
argumenta que “en el hipotálamo del cerebro está lo que los científicos llaman
circuito de la búsqueda. Este circuito, que alerta los resortes de placer y de
felicidad, solo se enciende durante la búsqueda y no durante el propio
acto. En la búsqueda, en la expectativa, radica la mayor parte de la
felicidad”.
Cómo cultivar la ilusión
Tener ilusión aviva nuestro sentimiento de felicidad,
pero eso es algo que debemos cultivar. ¿Se puede? La respuesta es sí, se puede
cultivar la ilusión. Pero, como todo, hay que trabajarlo. Es importante
organizar nuestra vida y marcar algunas prioridades, tal vez al principio solo
algunas metas para
conseguir a corto plazo. Alcanzando pequeños logros se irán dando grandes
pasos para recuperar la ilusión.
“Nada es más triste que la muerte de una ilusión.”
-Arthur Koestler-
Buscar actividades nuevas que gusten, emocionarse con todo
lo bueno que da la vida, aprender de cada nueva experiencia y recordarse que
cada día es un día menos para conseguir lo que se desea ayudará también
a fortalecer esa ilusión.
Lo importante es ir sumando momentos para
volver a tener ilusión, esa ilusión que nos ayudará a
seguir avanzando.
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