Dejaría aquí escrito si, por ejemplo, supiera de antemano
que es el último artículo que pensaba realizar cuál es el mensaje más valioso
que tengo para compartir, qué voy a publicar.
¿Y por qué no compartir entonces esa idea ahora mismo?
Bueno, aquí va…
La verdadera felicidad que tanto anhelamos está disponible
para nosotros ahora mismo, no es necesario que alcancemos antes ninguna meta ni
que se produzca primero ningún cambio en nuestras vidas. El logro de cualquier
meta sólo nos provocará un bienestar pasajero, aunque nuestro “sentido común”
nos asegure normalmente otra cosa: que la felicidad depende del cumplimiento de
nuestros deseos.
Siempre que no nos sentimos plenamente felices estamos
esperando que alguna situación se resuelva “favorablemente”, que algo cambie,
que se solucione cierto problema, que se cumpla alguno de nuestros deseos. Pero
a largo plazo, aun cuando alcancemos algunas de estas metas, el cuadro general
parece ser siempre el mismo y la felicidad permanece como un estado ideal e
inalcanzable.
No hay nada de malo en tratar de cumplir nuestros deseos…
¡al contrario! Los deseos son esenciales para darle sentido a nuestras vidas,
nos señalan el camino que queremos recorrer. Pero si sentimos que sólo cuando
se cumplan podremos ser felices entonces pasan a convertirse en “apegos”, y se
transforman precisamente en los obstáculos que nos impiden alcanzar la
felicidad.
Y, paradójicamente, tal como predice la Ley de Atracción, sentirnos bien ahora y
experimentar ya la plenitud y la alegría que anhelamos, es la clave para hacer
realidad nuestros deseos.
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