Esperar a que alguien venga a salvarnos es un error porque
nadie sabrá hacerlo mejor que nosotros mismos. Eso sí, quizás a veces con un
poco de ayuda. El mejor salvador lleva nuestro nombre porque nosotros
también podemos ser nuestros héroes.
No es preciso que nos pongamos un traje especial ni que
luchemos contra enemigos con poderes especiales. Tan solo hay que
prestarse atención y cuidarse cuando lo necesitemos. De lo contrario
puede que el malestar aparezca un día para quedarse.
Ser nuestros héroes nos ayudará a mejorar la autoestima,
facilitará el camino hacia nuestros sueños y demostrará al resto que tenemos la
capacidad para hacer aquello que deseamos. Nuestra felicidad depende de
nosotros y en definitiva, de nuestra heroicidad.
La importancia de tomar decisiones
Un héroe se define por su valentía, por su capacidad de actuar y
de algún modo, por construir la felicidad y el bienestar. ¿Cómo
lo hace? Tomando decisiones, eligiendo qué hacer y hacia dónde ir.
Por ello, si
queremos convertirnos en nuestros héroes nuestras decisiones serán muy
importantes
El problema es que estamos decidiendo continuamente pero no
nos damos cuenta. Desde la ropa que nos ponemos hasta lo que vamos a comer o
cómo pasaremos el día. Nuestra rutina está repleta de ellas. Ahora bien, la
mejor decisión es la que tiene que ver con nuestra actitud. ¿Cómo elegimos enfrentar el día o simplemente,
cómo nos tomamos las cosas que van sucediendo?
A menudo, creemos que tenemos menos poder del que verdad
poseemos sobre nosotros.
Por ello, decidir de qué modo vamos actuar y cuál
va a ser nuestra actitud ante las diferentes situaciones será fundamental. Un
héroe es consciente de ello y lo cultiva. ¿Nos ponemos manos a la obra?
Dejemos de dar protagonismo a esas voces internas que no nos
dejan avanzar y nos anclan a la zona de confort y decidamos salvarnos de esa “mala
comodidad”.
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