La mente es el nombre
más común dado
al fenómeno
emergente que es responsable del
entendimiento, la capacidad de crear pensamientos,
la creatividad, el
aprendizaje, el raciocinio, la percepción, la emoción, la
memoria, la imaginación, la voluntad, y otras
tantas habilidades cognitivas.
Se trata de un concepto excesivamente complejo de entender. Sin
embargo, aunque aún hoy, en pleno siglo XXI, su funcionamiento siga siendo una completa
incógnita para la ciencia, vamos a intentar
arrojar algo de luz en este campo tan
importante para el ser humano.
Nuestra mente funciona reaccionando
por causas externas. Ésta responde a todo lo que vemos,
escuchamos, olemos o tocamos; ante todo este movimiento, ante todas
estas experiencias.
Posteriormente, estas
reacciones internas son interpretadas por el yo, el ego, y por
un historial de experiencias. Por tanto, son sólo
reacciones mecanicistas, de defensa, para su
supervivencia.
Por tanto, la mente no la utilizamos conscientemente. El ego dirige
nuestra vida por medio de ella. Así, podremos presentar tantas formas
de pensar como ‘yoe’s
existan en nuestro interior.
La mente integra diversas facultades del cerebro,
permitiéndonos reunir información, razonar y extraer conclusiones.
Nuestra actividad mental tiene tres tipos de
procesos: los conscientes, los inconscientes y los procedimentales. También
abarca funciones no intelectuales y funciones afectivas.
Estudios de laboratorio sugieren la idea de que la mente es
un resultado de la actividad del cerebro, ya que podemos localizar la
actividad pensante del individuo en regiones concretas, tales como el
hipocampo.
Entonces… ¿cerebro y mente son lo mismo?
La respuesta es no. Una cosa es el cerebro, el encéfalo, y
otra la mente. Así, ésta última no es el cerebro, sino la interacción
entre el cerebro y el medio.
Sin medio no hay cerebro; de hecho, individuos aislados
completamente terminan muriendo de forma prematura. Sin interacción no
existe el ser humano, pues es un ente fundamentalmente social, por tanto
esencialmente ‘interactuador’ (no encontramos otra expresión) con el
medio.
Así pues, la actividad
mental en sí es la emergencia de la
actividad del cerebro en relación al entorno.
Por
ello, la mente individual es la civilización del individuo emergiendo
desde la animalidad individual, igual que la civilización es la
emergencia de la actividad global de los humanos civilizados en relación a
su entorno global.
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