“Toda banda ancha
es inútil si la mente es estrecha”
En tiempos de
incesante desarrollo tecnológico y revolucionario; en la era de la velocidad de
la información, y de la conectividad en tiempo real con el mundo entero, es
necesario detenerse a reflexionar. Pensar si todo eso, está realmente siendo
utilizado en favor del desarrollo humano, o es apenas una distracción más, orientada
a hacernos más manejables.
Sí, pues, si poco o
nada la “banda ancha” nos enriquece como seres humanos, en lo que respecta a
nuestro progreso o a un mejor comportamiento, ¿de qué nos sirve? ¿De qué nos
sirve tener facilidad en el acceso a la información, si no sabemos qué hacer
con ella? ¿De qué sirve saber de tantas y tantas cosas, si no sabemos
seleccionar lo que queremos y lo que no queremos para nosotros? Toda banda
ancha es inútil, si la mente es estrecha.
La mente estrecha
es la que se pierde en medio de tantas posibilidades, es aquella que sin saber
para dónde ir, naufraga en vez de navegar por la Web. Gasta su tiempo anhelando
saber de la vida de los otros, curiosea sobre lo que ocurrió aquí o allí, inaugurando,
de ese modo, una nueva forma de voyeurismo y chisme. Apenas eso.
La mente estrecha
lee, mas no piensa sobre lo que leyó, no emite opinión, apenas acepta. La mente
estrecha prefiere el contacto virtual de los perfiles, aunque raramente sean
sinceros, en vez de la conversación cara a cara, sin barreras, sin máscaras.
La tecnología está
a nuestra disposición para ayudarnos. Es el conocimiento intelectual
engendrando el progreso moral, propiciando el adelantamiento del ser humano, y
no su alineación. La llamada información nunca fue tan fácil y abundante, es
cierto, ¿más será, por sí sola, suficiente?
La torre de Babel
es mencionada en el libro bíblico del Génesis como una enorme torre, construida
por los descendientes de Noé, con la finalidad de tocar los cielos.
Dios, supuestamente
molesto por el atrevimiento humano, hizo con que todos los trabajadores de la
obra hablaran en idiomas distintos, para que no pudieran entenderse entre
ellos. De esa forma, cuando uno pedía un ladrillo el otro le entregaba barro; y
así ocurrió hasta que el desentendimiento general hizo con que todos se
separasen.
Según el mito, esta
historia explicaría el origen de los diferentes idiomas.
Pero todo mito
contiene informaciones, que muchas veces nos ayudan a comprender la realidad de
una época y sirven de reflexiones para la actualidad, como en este caso. La
red, la torre de Babel de nuestra época, debe servir para ir más allá de las
pequeñas diferencias que nos separan, percibiendo las grandes afinidades que
nos unen a todos.
Haciéndonos crecer en esencia, humildad y fraternidad.
Humildad que nos haga comprender que no somos dueños de una verdad inmutable,
absoluta. Humildad que nos permita escuchar la opinión del otro y darle
consideración, reflexionar acerca de ella, antes de posicionarnos decididamente
en contra.
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