El grado de dolor o satisfacción en el género humano es una
cuestión totalmente subjetiva, que bien podría estar definida por su
naturaleza, o subjetivamente dependiendo de la situación en específico. Si no
existiera una gran angustia que ocupara la mente del individuo, ésta se vería
reemplazada por cientos de pequeñas dolencias que en conjunto tendrían la misma
magnitud de la primera. Es por esto también que cuando se ha librado un inmenso
dolor que se padecía, surge casi inmediatamente alguna otra preocupación que
ocupa su lugar.
Según lo explicado, todo gran dolor o gran júbilo son
sensaciones erróneas, meras ilusiones causadas por una falta de conocimiento,
el primero por no comprender que el dolor es algo intrínseco en el hombre, y el
segundo por creer haber descubierto algo que no se pensaba encontrar en el
mundo.
Aspirar a una vida estoica, es por tanto el ideal de quienes
buscan liberarse del dolor del mundo: “La ética estoica trataba principalmente
de liberar el ánimo de todas las ilusiones de esa clase y sus consecuencias,
ofreciéndole a cambio una inquebrantable impasibilidad” (Schopenhauer, 2004, p.
376).
Si como se ha dicho, dinámica del querer funciona de tal
manera que una vez satisfecho un deseo surge otro y así continuamente, pero
también se da el caso de encontrar un deseo que no es posible satisfacer pero
tampoco dejar de lado y entonces el individuo se aferra a éste, creyéndolo
además culpable de todos sus sufrimientos y nuestro destino.
Para que los seres
humanos logren una reconciliación con ellos mismos, es necesario conocer que el
sufrimiento es parte fundamental de la vida y que una satisfacción de todos los
deseos es imposible.
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